martes, 15 de octubre de 2024

DE "DOCENTE TORRE DE CONTROL" A "DOCENTE AVIÓN"

Imaginad el aula como un aeropuerto. Así he llegado yo hasta aquí para contaros lo que os voy a contar. 

Durante años, muchos docentes hemos asumido el rol de una "torre de control", desde donde supervisamos el despegue, el vuelo y el aterrizaje nuestros alumnos, dándoles instrucciones desde lejos y vigilando, con mirada atenta, sus trayectorias. Pero… ¿es esto lo que verdaderamente hoy necesita nuestro alumnado? Me gustaría proponeros un cambio de perspectiva: dejemos de ser "docentes torre de control" y convirtámonos en "docentes avión", que se elevan y sobrevuelan su aula para verla mejor, pero que también aterrizan en la mesa de aquellos que más lo necesitan en cada momento.

Un docente no puede quedarse siempre sentado, viendo cómo los alumnos avanzan solos por el aire haciendo actividades repetitivas y, en muchas ocasiones, descontextualizadas de un libro de texto sin más, como si todos tuvieran el mismo combustible, como si todos conocieran la ruta a la perfección. Cada uno vuela a una velocidad distinta, a una altitud diferente y con desafíos únicos. Es ahí, justo ahí, donde debemos transformarnos en docentes "avión", volar y aterrizar en el lugar preciso para ofrecer el apoyo adecuado.

La pedagogía del vuelo

Ser un "docente avión" significa estar en constante movimiento para adaptarse a las necesidades de cada niño. A veces, el alumno necesita volar en solitario, pero otras veces, requiere que descendamos para situarnos junto a él, para sentarnos en su "cabina" y para ayudarle a controlar las turbulencias del aprendizaje. No basta con observar desde la distancia; hace falta actuar con precisión, ofreciendo pequeñas dosis de atención, preguntas que despierten la reflexión y apoyo emocional para que pueda seguir su trayecto.

El arte de despegar y de aterrizar con propósito

El maestro que se mueve por el aula, que vuela y aterriza, no es el que "salva" al alumnado, es el que le enseña a ser autónomo. Acompañar no es hacer el trabajo por ellos, es ayudarles a encontrar las herramientas necesarias para despegar por sí mismos. Este rol de "piloto acompañante" promueve la autogestión y la reflexión crítica, habilidades esenciales para la vida presente y futura de cualquier persona.

Dejar de ser torre de control también implica una renuncia a la vieja idea de la que ya hablé en otros post, la idea del ABF (Aprendizaje Basado en Fichas) y del CAS (Culo Atornillado a la Silla) como única fuente de aprendizaje, como yugo que esclaviza nuestra manera de enseñar y su forma de aprender. El libro de texto no puede ser la única pista de despegue. Hay que diversificar y enriquecer, llevar al alumnado a explorar nuevos cielos, con experiencias vivenciales, proyectos y retos que no solo los mantengan ocupados, sino que les hagan sentir la brisa en la cara mientras avanzan.

El viento bajo sus alas

Nuestros alumnos, al igual que los aviones, necesitan el viento correcto para volar. Ese viento es el entorno emocional y pedagógico que los rodea, y como docentes, somos responsables de que lo reciban. Volar no es solo adquirir conocimientos, es también desarrollar habilidades sociales, emocionales y creativas. Por eso, cuando aterricemos en su mesa, no nos olvidemos nunca de preguntarles cómo se sienten, ya que un alumno que se siente bien aprende mejor; ya que cuando el corazón está tranquilo, el cerebro está más dispuesto y activo.


Dejemos de ser una torre que da órdenes desde las alturas y convirtámonos en ese avión que vuela junto a ellos, aterrizando cuando sea necesario, pero siempre permitiéndoles ser los pilotos de su vuelo; siempre enseñándoles a volar y a encontrar su propio horizonte.

Cuando lo hacemos bien, no solo guiamos el despegue, sino que les enseñamos a dominar los cielos por sí mismos y a aterrizar con seguridad. Así que, querido maestro, querida maestra, ajusta tus alas, respira profundo y vuela. ¡Tus alumnos te están esperando!

Educar es volar juntos y saber que el cielo no siempre es el límite.

jueves, 12 de septiembre de 2024

VER SUS ALAS, BUSCAR SU CIELO


He escrito este post escuchando este tema del pianista Ludovico Einaudi. Os recomiendo leerlo escuchándolo.


En cada aula, detrás de cada pupitre, se esconde un universo por desvelar. Nuestros alumnos son mucho más que notas y tareas; son almas que esperan ser vistas y oídas, que necesitan que alguien esté ahí para ayudarles a descubrir sus alas y para que puedan, en algún momento, alzar el vuelo. Pero... ¿cuántas veces nos detenemos lo suficiente como para realmente verlos? ¿Cuántas veces afinamos nuestros oídos para escuchar las melodías únicas que cada uno de ellos nos quiere tararear o cantar?

Cada día que pasa estoy más convencido de que la educación es un arte 
en manos de tejedores de alas y de exploradores de cielos. 

Cuando hablo de alas, me refiero a esas habilidades, a esos talentos innatos que cada niño trae consigo; son los sueños dibujados en los márgenes de un cuaderno, las ideas que florecen en una conversación al final de la clase, ese mensaje que escribirían en una cápsula del tiempo para su yo futuro. Nuestro deber como educadores es intentar percibir esas alas, apreciarlas en todo su esplendor y ayudarles a desplegarlas sin miedo.

Pero detectar sus alas no es suficiente; debemos buscar su cielo, crear esos espacios donde puedan volar y explorar sus propias capacidades. Para ello es necesario huir de la pirotecnia educativa de la que ya he hablado en otras ocasiones, esa que deslumbra, pero no alumbra​. No es cuestión de tener el aula llena de recursos infinitos, sino de disponer de aquellos que realmente sumen, que realmente conecten con ellos. Se trata de construir experiencias auténticas y significativas, donde cada alumno encuentre su propio ritmo y su propia música. Al final, lo más importante es cuánto de lo que aprenden los impulsa hacia adelante para acercarlos a ese momento único en el que los pies se despegan del suelo.

Eso sí, debemos ser conscientes de que educar para el vuelo no significa solo celebrar sus éxitos, sino también abrazar sus fracasos como parte del proceso de aprender a volar. Es ayudarlos a comprender que, al igual que en la vida, en el vuelo hay corrientes de aire que elevan y otras que empujan hacia abajo. Es mostrarles que tienen derecho a equivocarse y que en cada caída puede hallarse una lección escondida.

Para ver sus alas y buscar su cielo, debemos primero deshacernos de aquello que no nos permite percibir ni escuchar con claridad: el ruido de las evaluaciones que solo etiquetan y condenan​, la obsesión con lo inmediato y lo cuantificable, el miedo a no seguir el ritmo frenético de las tendencias educativas, la burocracia elevada e innecesaria... Aligeremos nuestra carga y enfoquémonos en lo esencial: en el ser humano que se sienta cada día frente y junto a nosotros, en esos ojos que nos miran esperando ser vistos y descubiertos.

Démosles y démonos la calma, el espacio y el tiempo necesario para que juntos podamos ver esas alas y buscar esos cielos; la calma, el espacio y el tiempo necesario para que cada uno pueda volar tan alto como sea capaz de volar; la calma, el espacio y el tiempo necesario para que cada uno se sienta valorado, escuchado y capaz; la calma, el espacio y el tiempo necesario para que vuelen su propio vuelo.

Si alguien ha de poner límites al cielo o techos sobre sus cabezas, ese no ha de ser nunca el maestro.

Ver sus alas,
buscar su cielo.

miércoles, 4 de septiembre de 2024

MI NUEVO LIBRO - EDUCAR CON LAS OTRAS TIC: TIEMPO, INTERÉS Y CARIÑO


Me hace mucha ilusión compartir contigo que he publicado mi nuevo libro “Educar con las otras TIC: tiempo, interés y cariño” con la editorial Grijalbo.

Es un libro escrito con el corazón y en el que he desnudado mi alma. Un libro para docentes y familias con los pies en la tierra y la cabeza en las estrellas. Estoy feliz de que ya sea una realidad y de que ahora pueda ser tuyo y acompañarte.

El prólogo lo ha escrito Jorge Ruiz de Maldita Nerea y el epílogo Mar Romera. Dos seres maravillosos, dos grandes amigos a los que quiero y admiro. ¡Un regalo que estén a mi lado en este nuevo viaje!

Me gustaría dejarte claro que no he escrito este libro para convencerte de nada, sino simplemente para contarte todo aquello de lo que estoy plenamente convencido, para compartir contigo mi forma de ver la educación, entendiendo siempre que existen otras formas tan válidas o mejores que la mía. También porque, de una u otra manera, necesitaba leerlo.

He de confesar que empecé a escribir pensando principalmente en que los destinatarios de mis palabras fuesen los padres y los educadores, pero creo que todo lo que aquí hallarás es aplicable a cualquier ámbito de nuestras vidas y a cualquier profesión.

En estas páginas descubrirás que el secreto para educar con las otras TIC (tiempo, interés y cariño) no es otro que empezar a propagar lo que me gusta llamar el Efecto Purpurina, un efecto basado en el optimismo, en la búsqueda de soluciones, en el tiempo, en las emociones y en la confianza. Un efecto que contagia e ilumina.

Ya disponible en cualquier librería y plataforma online:

lunes, 3 de junio de 2024

LOS MAESTROS SOMOS ÓPTICOS


He escrito este artículo escuchando esta canción de Ludovico Einaudi:

En muchas ocasiones, nuestros hijos e hijas, nuestros alumnos y alumnas, no suelen hacer lo que les decimos, pero en muchos momentos, sí suelen hacer lo que hacemos. No me cansaré de repetirlo, enseñamos más con una vez que hagamos que con veinte que digamos. El ejemplo enseña y educa; el ejemplo es una gran fuente de aprendizaje que nunca debemos obviar ni desaprovechar. Todos sabemos que las palabras pueden impresionar, pero son las acciones las que van más allá y logran enamorar y perdurar

Ojalá que con nuestro ejemplo consigamos hacer realidad estos "ojalás":

Ojalá se ponga de moda elogiar a otros
y buscar el lado bueno de las cosas.

Ojalá se ponga de moda ayudar los demás
y agradecer mucho más.

Ojalá se ponga de moda ser amable
y saludar con una sonrisa.

Ojalá se ponga de moda disfrutar de lo simple
y respetar las diferencias.

Ojalá que cuando cualquier hijo o alumno piense en el respeto y en la bondad, piense en su madre, en su padre, en su maestro o en cualquier amigo o familiar. Eso sería muy buena señal.

De una manera o de otra, debemos convertirnos en una especie de ópticos que ayudemos a nuestros hijos o alumnos a enfocar la mirada para descubrir las necesidades que existen a su alrededor; para que se conviertan en la mejor persona que puedan llegar a ser; para que nunca les deje de doler el dolor ajeno; para que se den cuenta de que no existe persona más inteligente que aquella que se preocupa por la gente; para que nada bueno les quede por decir al otro y nada necesario les quede por hacer por el de al lado; para que miren el mundo a través de la lentes de la empatía, de la honestidad, de la colaboración, del respeto, de la solidaridad, de la responsabilidad y de la valentía.

Nuestras acciones y nuestras palabras son semillas que pueden brotar y transformarse en posibilidades y en realidades. El ejemplo es contagioso y una de las principales herramientas que tenemos en nuestras manos para educar. Es bueno saberlo, es bueno tenerlo en cuenta. Contagiad bien y no miréis a quién.

Esto requiere de nosotros, los docentes, dos acciones que deberíamos llevar a cabo de manera más habitual:

1. Cambiar, a menudo, alguna lección del libro por alguna lección de vida, teniendo en cuenta siempre
que tu sonrisa puede ser revulsivo, refugio y salvación para muchos de tus alumnos.

2. Desenjaular a nuestros alumnos que viven enjaulados en jaulas, "en-aulados" en aulas. Esas escuelas
suelen dejar secuelas.

En algunas de las entrevistas que suelen hacerme siempre hay una pregunta que se repite: ¿Qué es para ti educar? Pues bien, me atrevo a responderla de la siguiente manera:

Para mí, educar es soñar personas abiertas y sensibles a las realidades del mundo y hacer todo lo que esté en nuestras manos para que ese sueño se convierta en realidad. 

Personas capaces de vestirse con distintas pieles y de caminar con otros zapatos.

Personas que quieren para el otro lo que quieren para sí mismas.

Personas que tallan las palabras que pronuncian con delicadeza hasta que adquieren esa forma exacta que les permite encajar en corazones ajenos.

Personas que son conscientes de que toda persona puede mejorar o empeorar la vida de otra persona y asumen esta responsabilidad. 

Personas capaces de llorar con las tristezas de otros y capaces de reír con sus alegrías.

Personas que saben que nuestro planeta necesita más humanidad y más unidad.

Personas valientes que se atreven a amar, a hacer lo que hay que hacer, a unir fuerzas para superar las dificultades y a buscar soluciones a los problemas.

Personas que conscientes de que si cada uno de nosotros pusiéramos una simple y pequeña tirita al planeta, este dejaría de desangrarse y empezaría a curarse.

Personas que aprender a vivir como se ha de vivir:

Vivir la vida sin ser
un problema para el que
tenemos en frente.

Vivir la vida sin pisar
a otros para prosperar.

Vivir la vida sin criticar
a los demás.

Vivir la vida llevando
paz allí donde nos haya tocado estar.

Vivir la vida.
Vivirla de verdad.

Personas con bocas vacías de reproches, recubiertas de respeto y con corazones sin rastros de rencor.

Personas con mentes abiertas y libres de odio.

Personas con oídos repletos de escucha y de comprensión.

Personas con manos llenas de esperanza y con miradas que rebosan empatía.

Personas con sonrisas impregnadas de sinceridad y con abrazos colmados de amistad.

PERSONAS, eso somos, eso educamos, PERSONAS.

jueves, 29 de febrero de 2024

SU INFANCIA SE VA SI UN MÓVIL, ANTES DE TIEMPO, LES DAS

La infancia es el patio en el que jugaremos el resto de nuestra vida; la casa que siempre habitaremos.

¿Queremos que la infancia de nuestros niños y niñas sea más fugaz de lo que ya lo es? ¿Queremos que se les vaya antes de tiempo? 

Su infancia se va si un móvil, antes de tiempo, les das.

Su infancia se va cuando dejan de jugar y una pantalla empiezan a observar.

Su infancia se va si cara a cara dejan de dialogar y se dedican a chatear y wasapear.

Su infancia se va cuando en el parque ya no quedan y en línea se empiezan a conectar.

Su infancia se va cuando sin wifi no saben estar y su creatividad se empieza a marchitar.

Su infancia se va cuando viajan secuestrados por una película o por una consola y se olvidan de cantar y de contemplar lo que hay más allá de la ventana.

Su infancia se va cuando antes de lo permitido abren TikTok o Instagram y la naturaleza dejan de visitar.

Su infancia se va cuando a Google todo van a buscar y las preguntas y respuestas propias empiezan a escasear.

Su infancia se va cuando todo el día con la tablet están y a los ojos se dejan de mirar.

Su infancia se va cuando con los videojuegos se comienzan a obsesionar y del "pilla pilla" o del escondite empiezan a pasar.

Su infancia se va cuando dejan de disfrutar de la belleza de la vida y solo están preocupados de retransmitirla. 

Su infancia se va cuando con un dispositivo digital se van a acostar y es lo primero que miran al despertar.

Su infancia se va cuando la tecnología los consigue aislar y no son capaces de hacer y mantener amigos en la vida real.

Su infancia se va cuando el móvil omnipresente está y a él pueden acceder en cualquier momento y desde cualquier lugar.

Su infancia se va cuando del entorno que les rodea dejan de disfrutar y les cuesta salir del mundo virtual.

Su infancia se va cuando les cuesta resolver cualquier desafío intelectual y a Internet siempre recurren para intentarlo solucionar.

Su infancia se va cuando sin conocimiento alguno empiezan a navegar y en el inmenso mar de la Red van a naufragar.

Su infancia se va cuando con extraños empiezan a chatear y engañados, manipulados y extorsionados serán.

Su infancia se va cuando ven lo que no deben ver a su edad y normalizan lo que no es normal.

Su infancia se va cuando a través de las redes construyen su identidad y piensan que a más likes más van a gustar.

Su infancia se va cuando con emoticonos todo expresan y se olvidan de la importancia de abrazar de verdad.

Su infancia se va cuando los placeres cotidianos empiezan a "pantallizar" y se olvidan de ver, oler, saborear, tocar y escuchar.

Su infancia se va cuando ya no se saben controlar y no son capaces de desconectar.

Su infancia se va cuando consiguen un sobresaliente en "Habilidades virtuales" y suspenden en "Habilidades sociales".

Su infancia se va cuando sin estar preparados un teléfono mal llamado "inteligente" les pones en las manos.

Su infancia se va cuando utilizamos la tecnología como chupete emocional y los hacemos dependientes y esclavos de ella.

Su infancia se va si como madre, padre o educador no asumes tu responsabilidad y atento no estás.

Su infancia se va cuando ejemplo al respecto no das y haces lo contrario de lo que insistes en predicar.

Su infancia se va cuando nadie habla a la hora de comer y cenar y una televisión roba las miradas y las palabras; cuando la caja tonta todo lo acapara.

Su infancia se va cuando enciendes muy a menudo una pantalla y a la vez, sin darte cuenta, a ellos los apagas.

Su infancia se va y muchas cosas importantes se perderán.

Su infancia se va y no volverá jamás.

Su infancia se va y durante toda su vida, para bien o para mal, les acompañará.

Su infancia se va y con ella, quizás, algo más.

Tú verás.

miércoles, 8 de noviembre de 2023

"ZAPPING" EDUCATIVO

Os recomiendo leer este artículo escuchando esta maravillosa obra de Ludovico Einaudi:

Se murió una planta de tanta agua que le di. 

Entendí entonces que dar de más, aunque sea bueno, 

no siempre es lo correcto, no siempre es lo mejor, 

no siempre es lo necesario.

En educación, cambiamos constantemente de "canal" sin llegar a disfrutar y a profundizar nunca en nada. El exceso de metodologías, de tecnología y de leyes educativas es tan malo como la ausencia de estas. 

Este zapping educativo al que asistimos y en el que vivimos inmersos nos conduce ineludiblemente a convertirnos en "docentes Doraemon" que se sienten obligados a tener de todo para todo y para todos. Este complejo de gato cósmico nos lleva, en muchas ocasiones, a saturar nuestras aulas y a creernos insustituibles, aunque la realidad es otra y todos sabemos que el mundo no dejará de girar sin nuestra presencia; que existen muchos más caminos que el propio para educar, para vivir; que no solo nosotros somos capaces de hacer fructificar aquello que tenemos planificado para nuestro alumnado; que sin tanto también es factible hacer la cosas bien o incluso de manera más conveniente.

Hay un dilema muy moderno y de total actualidad: 

Existen incontables plataformas y canales de televisión, pero pocas películas y series realmente interesantes de ver. 

Demasiadas opciones nos alejan de la serenidad y de la tranquilidad que se requiere para alcanzar aprendizajes duraderos y profundos; de la serenidad y de la tranquilidad que se precisa para trabajar con creatividad y eficiencia.

Ya sabéis que, al menos en nuestro país, no existen leyes educativas, existen venganzas, vendettas electorales. Nuestras leyes de educación cambian sin cesar, sin llegar a sumergirnos en los aspectos realmente importantes de las mismas. Si en todas las leyes educativas figura que nuestra educación debe ser personalizada, también debería figurar que nuestra ratio será bajada. A aspectos como este me refiero.

A veces, para escuchar hay que callar la boca, al igual que para ver hay que cerrar los ojos. Si lo hacemos, nos daremos cuenta de que hoy, en el ámbito educativo, hay muchas herramientas, estrategias, metodologías y materiales considerados “tradicionales” que deberían seguir en nuestras aulas y hogares por su demostrada eficacia y valía. Al igual que hay muchas herramientas, estrategias, metodologías y materiales considerados “innovadores” que no deberían estar en ellas por su falta de validez y por su ineficiencia para generar aprendizajes.

Un restaurante que se especializa en una selección de platos suele ser mejor que aquel que ofrece una carta infinita, ¿verdad? Desde mi punto de vista, con las escuelas ocurre lo mismo y más vale poco bueno que mucho regular o malo.

Dicho zapping educativo nos puede confundir, desorientar y paralizar. Debemos saber filtrar y huir de las metodologías y de las herramientas que tan solo son moda o tendencia decorativa y aprender a elegir aquellas que realmente sean útiles y que se adaptan a nuestro contexto y a nuestros objetivos.

Vivimos en la época del tiempo sin espera. Parece que se rechaza todo lo que no es inmediato e instantáneo, ¿no os parece? Está claro que para empezar a hacer algunas cosas, hay que dejar de hacer otras. Este quehacer frenético puede conducirnos a una merma de los aprendizajes y eso no puede ser ni lo apropiado ni lo pretendido por cualquier centro educativo. Disminuir la marcha, dejar de cambiar constantemente de canal se ha convertido, hoy en día, en un imperativo de supervivencia y en garantía de éxito.

Otro tema que nos pueda desconcertar es el uso de las TIC. En educación hay que estar ojo avizor porque la tecnología puede enmascarar, camuflar y disfrazar de innovación cosas que no lo son. Además, hemos de ser plenamente conscientes de que, en un colegio o en un instituto, la tecnología ha de servir siempre para aprender, nunca para distraer. 

Me gusta que mis alumnos utilicen la tecnología, pero no me gusta nada que la tecnología utilice a mis alumnos. Por este motivo, debemos fomentar su espíritu crítico para que sean capaces de ver los peligros escondidos de las TIC y para que aprendan a utilizarlas con sensatez.

Recordad que las TIC sin un propósito claro son un auténtico despropósito; que la tecnología sin metodología es simple y cara cacharrería que poco o nada pinta entonces en nuestras aulas y en nuestros hogares.

La velocidad con la que introducimos metodologías, tecnologías y leyes en las aulas y en nuestro sistema educativo no va acorde con la velocidad con la que se generan y se asientan los aprendizajes.

Aprenden más cuando el ritmo es el adecuado,

aprenden más cuando los recursos son simplemente los necesarios, 

aprenden más cuando nos paramos, aprenden más cuando no saturamos, 

aprenden más cuando no los mareamos, aprenden más cuando los escuchamos, 

aprenden más cuando deliberamos, aprenden más cuando crean con las manos, 

aprenden más cuando con ellos contamos, 

aprenden más cuando manejamos a la perfección las materias que impartimos, 

aprenden más cuando con cariño y respeto les hablamos, aprenden más cuando evaluamos con sentido,

 aprenden más interactuando y reflexionando, aprenden más cuando focalizamos, 

aprenden más cuando de autonomía les dotamos, aprenden más cuando en su justa medida les exigimos,

 aprenden más cuando sus ritmos respetamos,  aprenden más cuando simplificamos, 

aprenden más cuando los acompañamos, aprenden más cuando no los etiquetamos, 

aprenden más evocando y utilizando los conocimientos adquiridos, 

aprenden más cuando les decimos cómo van y les damos un feedback adecuado, 

aprenden más cuando a las familias involucramos, aprenden más cuando planificamos, 

aprenden más cuando creemos en ellos, aprenden más cuando los alentamos, 

aprenden más cuando les enseñamos diferentes caminos para llegar a un destino, 

aprenden más cuando nos coordinamos, aprenden más cuando sus intereses contemplamos, 

aprenden más cuando los miramos, aprenden más cuando reímos, 

aprenden más cuando somos ejemplo viviente de todo aquello que enseñamos, 

aprenden más cuando, sencillamente, ahí y para ellos estamos,

aprenden más...

viernes, 15 de septiembre de 2023

DIME CÓMO EVALÚAS Y TE DIRÉ ALGÚN "CÓMO" Y ALGÚN "QUÉ"

Dime cómo evalúas y te diré algún cómo y algún qué:

- Qué y cómo enseñas.

- Qué y cómo aprenden tus alumnos.

- Qué mañana construyes.

- Qué futuro buscas.

Creo firmemente que la evaluación no solo mide o comprueba lo que nuestros alumnos han aprendido, sino que también enseña por sí misma y enseña mucho más de lo que creemos. Igualmente creo que la evaluación condiciona todo proceso de enseñanza - aprendizaje y que, por ende, también condiciona al alumnado, al profesorado, a las familias y a la escuela. El enfoque evaluativo por el que optemos incidirá directamente en nuestra práctica educativa y en nuestro día a día. Si no cambia la evaluación, no cambia nada, pero para que esta cambie, debemos modificar el rol del docente y el rol del alumno en todo este proceso.

Por la evaluación debemos empezar si algo queremos cambiar. ¡Empecemos entonces!

Necesitamos encaminarnos hacia una evaluación optimista, una evaluación que crea en los alumnos, que detecte los errores, pero que también destaque lo aprendido y celebre los éxitos; hacia una evaluación más participativa, transparente y justa; hacia una evaluación que se aleje de los infinitivos etiquetar, comparar, discriminar, condenar, clasificar, asustar, jerarquizar, sancionar y sentenciar para acercarse a los infinitivos aprender, comprender, mejorar, acompañar, reflexionar, rectificar, contrastar, comprobar y motivar; hacia una evaluación que genere aprendizaje en todo momento y que no solo sirva para comprobar lo que han aprendido al final del camino; hacia una evaluación que ayude a avanzar a nuestros alumnos, que les permita evolucionar y que les haga saberse y sentirse acompañados.

Ya lo decía Don Quijote: "No hay otro yo en el mundo". En nuestras clases habitan muchos "yoes", todos ellos diferentes. Y yo me pregunto y a la vez os pregunto: ¿Es correcto evaluar a ese conjunto de "yoes" como si fueran un gran y único "yo"? ¿Es honesto?

Repensemos la evaluación, repensemos el tipo de pruebas que debemos plantear a nuestro alumnado. Repensemos para que el alumno aprenda pasando a la acción, investigando, reflexionando, debatiendo, seleccionando, creando, indagando, responsabilizándose, compartiendo, expresando y tomando decisiones. Repensemos para que aprendan más y mejor; para que lo que hoy hayan aprendido les abra las puertas de futuros aprendizajes y para que estos sean competenciales y transferibles. 

Hemos de recordarnos muy a menudo que es evaluación continua, no continua evaluación basada y centrada siempre en pruebas escritas individuales. La evaluación ha de ser concebida como un proceso permanente que se apoye siempre en evidencias de aprendizaje de distinto tipo.

Lo primero que deberíamos plantearnos como docentes es si la prueba o las pruebas de evaluación que vamos a proponer a nuestro alumnado son capaces de generar lo que tienen que generar, algo llamado aprendizaje. Es necesario cambiar la mirada. La evaluación debe generar y afianzar aprendizajes, así como mejorar todo proceso de enseñanza. Quizás, ha llegado el momento de desnormalizar lo que no es normal: evaluar a todos los alumnos durante casi toda su escolaridad con un mismo tipo de prueba consistente en la memorización (unos días o un día antes del examen) de contenidos sin sentido y sin conexión alguna. Después, el docente corrige, devuelve las pruebas y si hay suerte y tiempo, se revisan los aciertos y los errores para reflexionar sobre los mismos. A todos nos suena, ¿verdad?

Realizar diferentes pruebas de evaluación y darle la posibilidad a nuestro alumnado de optar a ellas no es innovación ni tendencia ni moda alguna, es simplemente una cuestión de ética y de justicia que les permitirá demostrar y expresar de distintas maneras lo que saben a través de diferentes vías y canales y poniendo en juego sus conocimientos, destrezas y habilidades para originar, argumentar y justificar sus aprendizajes. 

Quiero que quede claro que no estoy diciendo en ningún momento que este tipo de prueba escrita individual no deba realizarse, bien planteada es necesaria y útil, pero... ¿siempre, siempre, siempre la misma manera de evaluar? Es algo que nos tenemos, al menos, que replantear. Tampoco saldrá de mi boca nunca nada en contra de la memorización, en otro post ya valoro la importancia de la misma en el proceso de enseñanza - aprendizaje. 

Una buena evaluación no debe medir solo lo aprendido. Debe medir la dedicación, el esfuerzo, la constancia, la capacidad para aprender de los errores cometidos. Una buena evaluación no convierte las sesiones de evaluación en sesiones de devaluación. Una buena evaluación permite al alumno aprender y al docente también. Una buena evaluación tiene claro que los términos "aprobar" y "aprender" son sinónimos o, al menos, están estrechamente correlacionados porque un alumno que aprueba debe haber aprendido y por ese motivo, entonces, aprueba y porque un alumno que aprende debe haber aprobado porque lo aprendido así lo corrobora. 

En cambio, nos encontramos con alumnos que aprueban sin haber aprendido. Aprueban simplemente porque han tenido la capacidad y la agilidad de memorizar los conceptos que necesitaban plasmar en la típica y universal prueba de evaluación de la que ya hemos hablado. Pasadas unas semanas, unos meses, es fácil comprobar cómo en sus cabezas ya no queda nada, no ha tenido lugar aprendizaje alguno, pero resulta que han aprobado. Nos encontramos con alumnos que tienen calificaciones muy altas y constatamos, en muchos casos, que no han adquirido ningún aprendizaje, ni mucho menos se ha conseguido que este sea perdurable en el tiempo y significativo para su cotidianidad. Es fácil realizar esta comprobación, ya que en cualquier curso y a cualquier edad mucho de lo escrito en estas pruebas se olvida a corto plazo. Vemos cómo muchos apenas rememoran los saberes trabajados y no son capaces de expresar, utilizar, conectar o aplicar lo que se supone que han aprendido a través del conocimiento generado tiempo atrás. 

Si evaluamos mucho y cambiamos poco, algo falla, ya que todo proceso evaluativo debe conducir a tomar decisiones de cambio. La evaluación descubre, nos da muchísima información que con los alumnos y con las familias debe ser compartida. No podemos robarles el derecho a conocer aquello que la evaluación ha hallado y detectado.

Para terminar, me gustaría simplificar lo aquí escrito y señalar que en todo proceso de evaluación deben tener cabida los elementos que componen lo que he venido a llamar el momento THOR:

Tiempo
Herramientas 
Oportunidades
Retroalimentación


Cuatro simples elementos que pueden ayudarnos a que nuestros alumnos aprendan de la mejor manera posible; 
que pueden ayudarnos a mejorar la educación.

martes, 30 de mayo de 2023

HAGAMOS TODO LO QUE ESTÉ EN NUESTRAS MANOS PARA QUE NUESTROS ALUMNOS Y ALUMNAS SEAN "PERSONAS AUTO"


Nuestro principal reto como educadores y como padres es preparar a nuestros alumnos e hijos para el camino, no preparar el camino para ellos. Es un error convertirse en sus "limpia caminos"; es un error hacer por ellos aquello que ellos pueden hacer por sí mismos; es un error darles todo hecho; es un error boicotear sus demandas de autonomía; es un error ser "docentes o padres carpinteros" que quieren tallar un tipo de modelo de hijo o de alumno; es un error no dejarles cometer ningún error y desposeerles de la oportunidad de aprender de este.

La sobreprotección les priva de uno de los aprendizajes más importantes de nuestra vida: Aprender a tomar decisiones y a aceptar las consecuencias y las responsabilidades que ello implica. Considero que son estos, grandes aspectos a cultivar en la escuela y en el hogar. 

Por estos motivos, creo que debemos hacer todo lo que esté en nuestras manos para que nuestros alumnos e hijos sean "personas auto". Este "hacer todo lo posible" lleva implícito un "no hacer" en muchas ocasiones. Si les guiamos para que lleguen a ser "personas auto", tendrán capacidad para:
- Autogestionarse.
- Autotransformarse.
- Autorregularse.
- Autogobernarse. 

Debemos empezar por garantizar que adquieran, respetando sus ritmos de aprendizaje, las herramientas y los saberes básicos para su autonomía personal y profesional. Sin duda alguna, el principal objetivo de la educación debería ser formar personas capaces de gobernarse a sí mismos, y no para ser gobernadas por los demás. El gobierno de uno mismo es el mejor antídoto ante cualquier intento de manipulación por parte de otros. 

Cuando nosotros, como docentes o como padres, invadimos el campo competencial de nuestros alumnos o de nuestros hijos, colonizamos su ámbito libertad y estos se acostumbran simplemente a recibir órdenes y a obedecer, y cada vez que se les presenta la ocasión de poder elegir, sienten temor, temblor, pavor.

Lo esencial es que ellos piensen sus acciones y decisiones; que se acostumbren a deliberar, a ponderar, a ver los pros y los contras de sus opciones. Tenemos que fomentar su capacidad crítica, potenciar su facultad de decidir y darles la posibilidad de optar en casa y en toda su escolaridad.

Como ya he dicho en otro post, está claro que en educación no existen bálsamos de Fierabrás ni fórmulas mágicas, pero si algo está más claro todavía y resulta realmente evidente es que para conseguir alumnos e hijos autónomos es conveniente, en determinados momentos, dejar de hacer tantas cosas por y para ellos y empezar a enseñarles a hacer más cosas por y para sí mismos.

viernes, 28 de abril de 2023

OS PRESENTO MI NUEVO LIBRO - SÉ LLUVIA, UN LIBRO PARA FLORECER


Aquí os dejo mi nuevo libro "Sé lluvia - Un libro para florecer".

Un libro en el que todos hemos puesto mucho cariño y con una edición en tapa dura (con solapas) y en color muy cuidada. 

En este libro propongo al lector un reto muy sencillo: ser lluvia. Ser esa fuerza que riega la vida, que la hace brotar y florecer. Ser esa energía que se adapta a cada circunstancia, que se renueva y se transforma. Esa fuente de inspiración que nos empapa de sabiduría y nos invita a crecer. A lo largo del año, encontrarás 365 (366 para los años bisiestos) gotas de agua que llenarán tu interior. Reflexiones breves, pero con un fondo enorme, que te llevarán a pensar, sentir y actuar. Pequeñas gotas de vida que te ayudarán a superar tus miedos, a abrazar el cambio y a descubrir tu propio potencial.
 
Es un libro que nos invita a no dejar pasar esta oportunidad de "ser lluvia". De ser esa persona que hace florecer la vida propia y la ajena, y que se atreve a soñar y a hacer realidad sus sueños.

"Sé lluvia - Un libro para florecer" te puede hacer sentir parte de algo más grande y maravilloso: la propia vida.

 El prólogo lo ha realizado la maravillosa Irene Villa.

Ya podéis conseguirlo en la web de la editorial, en librerías o en cualquier plataforma online. ¡Gracias!

martes, 21 de marzo de 2023

SÉ UNA MAESTRO Y UN MAESTRO "ALMA"

Acoge - Comprende a tus alumnos tal y como son, sin imponerles un ideal de lo que piensas que deberían ser.

Libera - Enséñales a liberarse de ti. Intenta no invadir su campo competencial y no colonizar su ámbito de libertad, aquel en el que ellos pueden y deben decidir.

Muestra - Sumérgelos y anímalos a disfrutar buceando en el gran océano del conocimiento hasta que salgan empapados y asombrados de todo lo descubierto. Genera las oportunidades necesarias para que puedan utilizar y aplicar todo lo descubierto bajo sus aguas. 

Acompaña - Ayúdales a aprender a ser lo que son capaces de ser. Genera las condiciones necesarias para que puedan tener, al igual que tendrán algunas experiencias de fracaso, experiencias de éxito. Procura generar las condiciones necesarias para que se sientan valorados, apreciados, escuchados, vistos y tenidos en cuenta. Aliéntalos a ser mejores partiendo de sus posibilidades, sean estas las que sean.

¡Sé una maestra y un maestro ALMA!

Para terminar, os dejo esta canción de mi buen amigo Jorge Ruiz de Maldita Nerea. Nos sigue dando pistas para ser maestras y maestros ALMA. ¡Disfrutadla!