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lunes, 2 de diciembre de 2024
¿ERES DOCENTE MOSCA O DOCENTE ABEJA?
viernes, 22 de noviembre de 2024
CÓMO SER UNA ESCUELA SIN TEE (Trastorno Específico de Enseñanza) O SIN TDA (Trastorno por Déficit de Atención)
sábado, 2 de noviembre de 2024
LA BUENA EDUCACIÓN, SIMPLEMENTE, DEBE SER VERDAD
miércoles, 23 de octubre de 2024
DOCENTES DORAEMON: CUANDO EL EXCESO APAGA EL APRENDIZAJE
En un mundo educativo donde parece que cada día surge una nueva metodología, un nuevo recurso tecnológico o una ley educativa más, nos enfrentamos al peligro de convertirnos en docentes con el "síndrome Doraemon". Como este famoso gato cósmico, sentimos la obligación y la necesidad de tener siempre a mano el más novedoso "cachivache" que resuelva cualquier situación, como si la educación dependiera únicamente de la última herramienta innovadora o del método pedagógico de moda.
Este "síndrome Doraemon" nos lleva a creer que cuantos más recursos y materiales tengamos para ofrecer, mejor será nuestro trabajo como docentes. Sin embargo, la realidad es muy distinta. Saturar nuestras aulas y a nuestros alumnos con un exceso de herramientas y métodos no solo puede resultar contraproducente, sino que también puede generar una sobrecarga que asfixia tanto el proceso de enseñanza como el de aprendizaje. ¡Cuidado con los excesos en el ámbito educativo! Todo exceso suele manifestar una carencia.
No voy a ser yo quien diga que en educación no es bueno disponer de muchos recursos, ¡claro que lo es! Eso sí, sirven cuando se hace uso de ellos con un propósito claro y en el momento adecuado. Los recursos son muy necesarios, pero más necesario es saber cuándo utilizarlos. Más vale poco para aplicar que mucho para adornar.
Al igual que una planta que se marchita por recibir demasiada agua, la pirotecnia TPM (tecnológica, pedagógica y metodológica), lejos de enriquecer, puede apagar el verdadero potencial de nuestros alumnos e incluso el nuestro. No se trata de tenerlo todo, sino de saber usar lo que realmente importa y es útil.
En nuestra búsqueda por ser docentes perfectos, capaces de atender cada necesidad y desafío con una solución instantánea, corremos el riesgo de perder de vista lo esencial: la conexión humana, la escucha activa, la atención a los ritmos individuales y la simplicidad que permite un aprendizaje más profundo y significativo.
No necesitamos ser maestros con un bolsillo mágico lleno de "cachivaches". No necesitamos ser los "Mozart" de la educación. Lo que realmente necesitamos es volver a lo básico: cultivar la paciencia, respetar los tiempos y ofrecer a nuestros alumnos las herramientas necesarias para que ellos mismos descubran, construyan y transformen su propio conocimiento.
Así que, en lugar de intentar ser docentes Doraemon, con recursos infinitos y soluciones para todo, busquemos ser docentes que acompañan a sus alumnos desde el conocimiento, la competencia y la evidencia; docentes que saben cuando dar un paso atrás y que permiten que sean sus alumnos quienes den un paso adelante para tomar la iniciativa; quienes aprendan a resolver, a equivocarse y a crecer. Solo así, podremos formar personas autónomas, críticas y verdaderamente preparadas para enfrentarse a los desafíos de la vida.
Este complejo de gato cósmico del que os hablo, muchas veces, nos lleva a pensar que más es mejor, sin darnos cuenta de que el verdadero aprendizaje florece y se enciende cuando dejamos el "bolsillo mágico" cerrado y abrimos nuestro corazón.
¿Te atreves a dejar de ser un docente Doraemon?
martes, 15 de octubre de 2024
DE "DOCENTE TORRE DE CONTROL" A "DOCENTE AVIÓN"
jueves, 12 de septiembre de 2024
VER SUS ALAS, BUSCAR SU CIELO
miércoles, 4 de septiembre de 2024
MI NUEVO LIBRO - EDUCAR CON LAS OTRAS TIC: TIEMPO, INTERÉS Y CARIÑO
lunes, 3 de junio de 2024
LOS MAESTROS SOMOS ÓPTICOS
He escrito este artículo escuchando esta canción de Ludovico Einaudi:
En muchas ocasiones, nuestros hijos e hijas, nuestros alumnos y alumnas, no suelen hacer lo que les decimos, pero en muchos momentos, sí suelen hacer lo que hacemos. No me cansaré de repetirlo, enseñamos más con una vez que hagamos que con veinte que digamos. El ejemplo enseña y educa; el ejemplo es una gran fuente de aprendizaje que nunca debemos obviar ni desaprovechar. Todos sabemos que las palabras pueden impresionar, pero son las acciones las que van más allá y logran enamorar y perdurar.
Ojalá que con nuestro ejemplo consigamos hacer realidad estos "ojalás":
De una manera o de otra, debemos convertirnos en una especie de ópticos que ayudemos a nuestros hijos o alumnos a enfocar la mirada para descubrir las necesidades que existen a su alrededor; para que se conviertan en la mejor persona que puedan llegar a ser; para que nunca les deje de doler el dolor ajeno; para que se den cuenta de que no existe persona más inteligente que aquella que se preocupa por la gente; para que nada bueno les quede por decir al otro y nada necesario les quede por hacer por el de al lado; para que miren el mundo a través de la lentes de la empatía, de la honestidad, de la colaboración, del respeto, de la solidaridad, de la responsabilidad y de la valentía.
Nuestras acciones y nuestras palabras son semillas que pueden brotar y transformarse en posibilidades y en realidades. El ejemplo es contagioso y una de las principales herramientas que tenemos en nuestras manos para educar. Es bueno saberlo, es bueno tenerlo en cuenta. Contagiad bien y no miréis a quién.
En algunas de las entrevistas que suelen hacerme siempre hay una pregunta que se repite: ¿Qué es para ti educar? Pues bien, me atrevo a responderla de la siguiente manera:
Para mí, educar es soñar personas abiertas y sensibles a las realidades del mundo y hacer todo lo que esté en nuestras manos para que ese sueño se convierta en realidad.
Personas capaces de vestirse con distintas pieles y de caminar con otros zapatos.
Personas que quieren para el otro lo que quieren para sí mismas.
Personas que tallan las palabras que pronuncian con delicadeza hasta que adquieren esa forma exacta que les permite encajar en corazones ajenos.
jueves, 29 de febrero de 2024
SU INFANCIA SE VA SI UN MÓVIL, ANTES DE TIEMPO, LES DAS
La infancia es el patio en el que jugaremos el resto de nuestra vida; la casa que siempre habitaremos.
¿Queremos que la infancia de nuestros niños y niñas sea más fugaz de lo que ya lo es? ¿Queremos que se les vaya antes de tiempo?
Su infancia se va si un móvil, antes de tiempo, les das.
Su infancia se va cuando dejan de jugar y una pantalla empiezan a observar.
Su infancia se va si cara a cara dejan de dialogar y se dedican a chatear y wasapear.
Su infancia se va cuando en el parque ya no quedan y en línea se empiezan a conectar.
Su infancia se va cuando sin wifi no saben estar y su creatividad se empieza a marchitar.
Su infancia se va cuando viajan secuestrados por una película o por una consola y se olvidan de cantar y de contemplar lo que hay más allá de la ventana.
Su infancia se va cuando antes de lo permitido abren TikTok o Instagram y la naturaleza dejan de visitar.
Su infancia se va cuando a Google todo van a buscar y las preguntas y respuestas propias empiezan a escasear.
Su infancia se va cuando todo el día con la tablet están y a los ojos se dejan de mirar.
Su infancia se va cuando con los videojuegos se comienzan a obsesionar y del "pilla pilla" o del escondite empiezan a pasar.
Su infancia se va cuando dejan de disfrutar de la belleza de la vida y solo están preocupados de retransmitirla.
Su infancia se va cuando con un dispositivo digital se van a acostar y es lo primero que miran al despertar.
Su infancia se va cuando la tecnología los consigue aislar y no son capaces de hacer y mantener amigos en la vida real.
Su infancia se va cuando el móvil omnipresente está y a él pueden acceder en cualquier momento y desde cualquier lugar.
Su infancia se va cuando del entorno que les rodea dejan de disfrutar y les cuesta salir del mundo virtual.
Su infancia se va cuando les cuesta resolver cualquier desafío intelectual y a Internet siempre recurren para intentarlo solucionar.
Su infancia se va cuando sin conocimiento alguno empiezan a navegar y en el inmenso mar de la Red van a naufragar.
Su infancia se va cuando con extraños empiezan a chatear y engañados, manipulados y extorsionados serán.
Su infancia se va cuando ven lo que no deben ver a su edad y normalizan lo que no es normal.
Su infancia se va cuando a través de las redes construyen su identidad y piensan que a más likes más van a gustar.
Su infancia se va cuando con emoticonos todo expresan y se olvidan de la importancia de abrazar de verdad.
Su infancia se va cuando los placeres cotidianos empiezan a "pantallizar" y se olvidan de ver, oler, saborear, tocar y escuchar.
Su infancia se va cuando ya no se saben controlar y no son capaces de desconectar.
Su infancia se va cuando consiguen un sobresaliente en "Habilidades virtuales" y suspenden en "Habilidades sociales".
Su infancia se va cuando sin estar preparados un teléfono mal llamado "inteligente" les pones en las manos.
Su infancia se va cuando utilizamos la tecnología como chupete emocional y los hacemos dependientes y esclavos de ella.
Su infancia se va si como madre, padre o educador no asumes tu responsabilidad y atento no estás.
Su infancia se va cuando ejemplo al respecto no das y haces lo contrario de lo que insistes en predicar.
Su infancia se va cuando nadie habla a la hora de comer y cenar y una televisión roba las miradas y las palabras; cuando la caja tonta todo lo acapara.
Su infancia se va cuando enciendes muy a menudo una pantalla y a la vez, sin darte cuenta, a ellos los apagas.
Su infancia se va y muchas cosas importantes se perderán.
Su infancia se va y no volverá jamás.
Su infancia se va y durante toda su vida, para bien o para mal, les acompañará.
Su infancia se va y con ella, quizás, algo más.
Tú verás.
miércoles, 8 de noviembre de 2023
"ZAPPING" EDUCATIVO
Os recomiendo leer este artículo escuchando esta maravillosa obra de Ludovico Einaudi:
Se murió una planta de tanta agua que le di.
Entendí entonces que dar de más, aunque sea bueno,
no siempre es lo correcto, no siempre es lo mejor,
no siempre es lo necesario.
En educación, cambiamos constantemente de "canal" sin llegar a disfrutar y a profundizar nunca en nada. El exceso de metodologías, de tecnología y de leyes educativas es tan malo como la ausencia de estas.
Este zapping educativo al que asistimos y en el que vivimos inmersos nos conduce ineludiblemente a convertirnos en "docentes Doraemon" que se sienten obligados a tener de todo para todo y para todos. Este complejo de gato cósmico nos lleva, en muchas ocasiones, a saturar nuestras aulas y a creernos insustituibles, aunque la realidad es otra y todos sabemos que el mundo no dejará de girar sin nuestra presencia; que existen muchos más caminos que el propio para educar, para vivir; que no solo nosotros somos capaces de hacer fructificar aquello que tenemos planificado para nuestro alumnado; que sin tanto también es factible hacer la cosas bien o incluso de manera más conveniente.
Hay un dilema muy moderno y de total actualidad:
Existen incontables plataformas y canales de televisión, pero pocas películas y series realmente interesantes de ver.
Demasiadas opciones nos alejan de la serenidad y de la tranquilidad que se requiere para alcanzar aprendizajes duraderos y profundos; de la serenidad y de la tranquilidad que se precisa para trabajar con creatividad y eficiencia.
Ya sabéis que, al menos en nuestro país, no existen leyes educativas, existen venganzas, vendettas electorales. Nuestras leyes de educación cambian sin cesar, sin llegar a sumergirnos en los aspectos realmente importantes de las mismas. Si en todas las leyes educativas figura que nuestra educación debe ser personalizada, también debería figurar que nuestra ratio será bajada. A aspectos como este me refiero.
A veces, para escuchar hay que callar la boca, al igual que para ver hay que cerrar los ojos. Si lo hacemos, nos daremos cuenta de que hoy, en el ámbito educativo, hay muchas herramientas, estrategias, metodologías y materiales considerados “tradicionales” que deberían seguir en nuestras aulas y hogares por su demostrada eficacia y valía. Al igual que hay muchas herramientas, estrategias, metodologías y materiales considerados “innovadores” que no deberían estar en ellas por su falta de validez y por su ineficiencia para generar aprendizajes.
Un restaurante que se especializa en una selección de platos suele ser mejor que aquel que ofrece una carta infinita, ¿verdad? Desde mi punto de vista, con las escuelas ocurre lo mismo y más vale poco bueno que mucho regular o malo.
Dicho zapping educativo nos puede confundir, desorientar y paralizar. Debemos saber filtrar y huir de las metodologías y de las herramientas que tan solo son moda o tendencia decorativa y aprender a elegir aquellas que realmente sean útiles y que se adaptan a nuestro contexto y a nuestros objetivos.
Vivimos en la época del tiempo sin espera. Parece que se rechaza todo lo que no es inmediato e instantáneo, ¿no os parece? Está claro que para empezar a hacer algunas cosas, hay que dejar de hacer otras. Este quehacer frenético puede conducirnos a una merma de los aprendizajes y eso no puede ser ni lo apropiado ni lo pretendido por cualquier centro educativo. Disminuir la marcha, dejar de cambiar constantemente de canal se ha convertido, hoy en día, en un imperativo de supervivencia y en garantía de éxito.
La velocidad con la que introducimos metodologías, tecnologías y leyes en las aulas y en nuestro sistema educativo no va acorde con la velocidad con la que se generan y se asientan los aprendizajes.
Aprenden más cuando el ritmo es el adecuado,
aprenden más cuando los recursos son simplemente los necesarios,
aprenden más cuando nos paramos, aprenden más cuando no saturamos,
aprenden más cuando no los mareamos, aprenden más cuando los escuchamos,
aprenden más cuando deliberamos, aprenden más cuando crean con las manos,
aprenden más cuando con ellos contamos,
aprenden más cuando manejamos a la perfección las materias que impartimos,
aprenden más cuando con cariño y respeto les hablamos, aprenden más cuando evaluamos con sentido,
aprenden más interactuando y reflexionando, aprenden más cuando focalizamos,
aprenden más cuando de autonomía les dotamos, aprenden más cuando en su justa medida les exigimos,
aprenden más cuando sus ritmos respetamos, aprenden más cuando simplificamos,
aprenden más cuando los acompañamos, aprenden más cuando no los etiquetamos,
aprenden más evocando y utilizando los conocimientos adquiridos,
aprenden más cuando les decimos cómo van y les damos un feedback adecuado,
aprenden más cuando a las familias involucramos, aprenden más cuando planificamos,
aprenden más cuando creemos en ellos, aprenden más cuando los alentamos,
aprenden más cuando les enseñamos diferentes caminos para llegar a un destino,
aprenden más cuando nos coordinamos, aprenden más cuando sus intereses contemplamos,
aprenden más cuando los miramos, aprenden más cuando reímos,
aprenden más cuando somos ejemplo viviente de todo aquello que enseñamos,
aprenden más cuando, sencillamente, ahí y para ellos estamos,
aprenden más...