miércoles, 8 de noviembre de 2023

"ZAPPING" EDUCATIVO

Os recomiendo leer este artículo escuchando esta maravillosa obra de Ludovico Einaudi:

Se murió una planta de tanta agua que le di. 

Entendí entonces que dar de más, aunque sea bueno, 

no siempre es lo correcto, no siempre es lo mejor, 

no siempre es lo necesario.

En educación, cambiamos constantemente de "canal" sin llegar a disfrutar y a profundizar nunca en nada. El exceso de metodologías, de tecnología y de leyes educativas es tan malo como la ausencia de estas. 

Este zapping educativo al que asistimos y en el que vivimos inmersos nos conduce ineludiblemente a convertirnos en "docentes Doraemon" que se sienten obligados a tener de todo para todo y para todos. Este complejo de gato cósmico nos lleva, en muchas ocasiones, a saturar nuestras aulas y a creernos insustituibles, aunque la realidad es otra y todos sabemos que el mundo no dejará de girar sin nuestra presencia; que existen muchos más caminos que el propio para educar, para vivir; que no solo nosotros somos capaces de hacer fructificar aquello que tenemos planificado para nuestro alumnado; que sin tanto también es factible hacer la cosas bien o incluso de manera más conveniente.

Hay un dilema muy moderno y de total actualidad: 

Existen incontables plataformas y canales de televisión, pero pocas películas y series realmente interesantes de ver. 

Demasiadas opciones nos alejan de la serenidad y de la tranquilidad que se requiere para alcanzar aprendizajes duraderos y profundos; de la serenidad y de la tranquilidad que se precisa para trabajar con creatividad y eficiencia.

Ya sabéis que, al menos en nuestro país, no existen leyes educativas, existen venganzas, vendettas electorales. Nuestras leyes de educación cambian sin cesar, sin llegar a sumergirnos en los aspectos realmente importantes de las mismas. Si en todas las leyes educativas figura que nuestra educación debe ser personalizada, también debería figurar que nuestra ratio será bajada. A aspectos como este me refiero.

A veces, para escuchar hay que callar la boca, al igual que para ver hay que cerrar los ojos. Si lo hacemos, nos daremos cuenta de que hoy, en el ámbito educativo, hay muchas herramientas, estrategias, metodologías y materiales considerados “tradicionales” que deberían seguir en nuestras aulas y hogares por su demostrada eficacia y valía. Al igual que hay muchas herramientas, estrategias, metodologías y materiales considerados “innovadores” que no deberían estar en ellas por su falta de validez y por su ineficiencia para generar aprendizajes.

Un restaurante que se especializa en una selección de platos suele ser mejor que aquel que ofrece una carta infinita, ¿verdad? Desde mi punto de vista, con las escuelas ocurre lo mismo y más vale poco bueno que mucho regular o malo.

Dicho zapping educativo nos puede confundir, desorientar y paralizar. Debemos saber filtrar y huir de las metodologías y de las herramientas que tan solo son moda o tendencia decorativa y aprender a elegir aquellas que realmente sean útiles y que se adaptan a nuestro contexto y a nuestros objetivos.

Vivimos en la época del tiempo sin espera. Parece que se rechaza todo lo que no es inmediato e instantáneo, ¿no os parece? Está claro que para empezar a hacer algunas cosas, hay que dejar de hacer otras. Este quehacer frenético puede conducirnos a una merma de los aprendizajes y eso no puede ser ni lo apropiado ni lo pretendido por cualquier centro educativo. Disminuir la marcha, dejar de cambiar constantemente de canal se ha convertido, hoy en día, en un imperativo de supervivencia y en garantía de éxito.

Otro tema que nos pueda desconcertar es el uso de las TIC. En educación hay que estar ojo avizor porque la tecnología puede enmascarar, camuflar y disfrazar de innovación cosas que no lo son. Además, hemos de ser plenamente conscientes de que, en un colegio o en un instituto, la tecnología ha de servir siempre para aprender, nunca para distraer. 

Me gusta que mis alumnos utilicen la tecnología, pero no me gusta nada que la tecnología utilice a mis alumnos. Por este motivo, debemos fomentar su espíritu crítico para que sean capaces de ver los peligros escondidos de las TIC y para que aprendan a utilizarlas con sensatez.

Recordad que las TIC sin un propósito claro son un auténtico despropósito; que la tecnología sin metodología es simple y cara cacharrería que poco o nada pinta entonces en nuestras aulas y en nuestros hogares.

La velocidad con la que introducimos metodologías, tecnologías y leyes en las aulas y en nuestro sistema educativo no va acorde con la velocidad con la que se generan y se asientan los aprendizajes.

Aprenden más cuando el ritmo es el adecuado,

aprenden más cuando los recursos son simplemente los necesarios, 

aprenden más cuando nos paramos, aprenden más cuando no saturamos, 

aprenden más cuando no los mareamos, aprenden más cuando los escuchamos, 

aprenden más cuando deliberamos, aprenden más cuando crean con las manos, 

aprenden más cuando con ellos contamos, 

aprenden más cuando manejamos a la perfección las materias que impartimos, 

aprenden más cuando con cariño y respeto les hablamos, aprenden más cuando evaluamos con sentido,

 aprenden más interactuando y reflexionando, aprenden más cuando focalizamos, 

aprenden más cuando de autonomía les dotamos, aprenden más cuando en su justa medida les exigimos,

 aprenden más cuando sus ritmos respetamos,  aprenden más cuando simplificamos, 

aprenden más cuando los acompañamos, aprenden más cuando no los etiquetamos, 

aprenden más evocando y utilizando los conocimientos adquiridos, 

aprenden más cuando les decimos cómo van y les damos un feedback adecuado, 

aprenden más cuando a las familias involucramos, aprenden más cuando planificamos, 

aprenden más cuando creemos en ellos, aprenden más cuando los alentamos, 

aprenden más cuando les enseñamos diferentes caminos para llegar a un destino, 

aprenden más cuando nos coordinamos, aprenden más cuando sus intereses contemplamos, 

aprenden más cuando los miramos, aprenden más cuando reímos, 

aprenden más cuando somos ejemplo viviente de todo aquello que enseñamos, 

aprenden más cuando, sencillamente, ahí y para ellos estamos,

aprenden más...