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viernes, 15 de septiembre de 2017

UN BUEN MAESTRO GUISA A FUEGO LENTO

Este post lo he escrito escuchando esta canción. Os recomiendo dadle al "play" y leerlo.

Si algo está claro es que en educación hacemos muchas cosas día a día, curso tras curso. Es hora de preguntarse no lo qué hacemos, sino cómo lo hacemos. Hacemos y hacemos sin profundidad, sin apenas sumergirnos en lo que nos atañe. Triunfa la cantidad sobre la calidad, la superficialidad sobre la profundidad, la ausencia sobre la presencia... Por no hablar de nuestras programaciones sobrecargadas que nos conducen irremediablemente a vivir trimestres acelerados. ¡No hay tregua!

Es evidente que no existe mejor manera de no estar en ningún sitio que intentando hacer y estar en todos. En educación, correr no es siempre la mejor forma de actuar. Existen ciertas cosas que no podemos ni deberíamos acelerar, que requieren tiempo y que si las aceleramos el precio a pagar es altísimo.

Creo que sería más interesante y mucho mejor hacer menos y disponer del tiempo necesario para sacar el mayor provecho posible a cada experiencia, a cada momento, a cada contenido o cada actividad. Los niños tienen su propio ritmo de aprendizaje y los estamos contagiando con el virus adulto del apresuramiento. Un virus realmente peligroso que les acorta la infancia, los presiona para que imiten las costumbres adultas y los obsesiona con la velocidad.

Educar al estilo "correcaminos" es tan nutritivo como engullir bollería industrial, por eso debemos guisar a fuego lento, permitiéndonos y permitiéndoles disponer de tiempo:
*Tiempo para explorar con profundidad.
*Tiempo para establecer relaciones significativas que nos permitan alcanzar aprendizajes significativos.
*Tiempo para ensanchar la mente.
*Tiempo para estimular la creatividad.
*Tiempo para respetar la singularidad de cada persona.
*Tiempo para iluminar inteligencias y talentos.
*Tiempo para hacer desde el corazón.
*Tiempo para enseñar, por supuesto, pero sobre todo tiempo para educar. Porque en un mundo que en muchas ocasiones deseduca, familia y escuela no pueden permitirse el lujo de no hacerlo.
*Tiempo para soñar juntos lo mejor de cada alumno y de nosotros mismos.
*Tiempo para acabar con uno de los principales motivos por los que fracasa nuestro sistema educativo, que no es otro que querer adelantar la hora de los éxitos.
*Tiempo para pasar de ser centros educativos que buscan singularizarse a conseguir singularizar nuestro sistema educativo.
*Tiempo  para incentivar la iniciativa.
*Tiempo para tener tiempo para enseñar las cosas más importantes de la vida.
*Tiempo para estar despiertos cuando llegue la hora de hacer realidad los sueños.
*Tiempo para para confiar, para escuchar...
*Tiempo para preparar bien la asignatura de la que más aprenden los alumnos, nuestro ejemplo.
*Tiempo para dar alas.
*T  i  e  m  p  o.

Guisando a fuego lento aumentamos la riqueza y el sabor de la comida, y lo que la educación precisa es más riqueza y más sabor. No es necesario conocerlo todo, pero sí que es muy necesario profundizar en algunos "algos" trascendentes e importantes para el devenir de la educación.

Para todo hay un momento y un lugar. Todo tiene su tiempo natural. 

Esta es una idea que día a día ronda por mi cabeza y que me ayuda a ser paciente, saber esperar y entender que es más importante escuchar a los alumnos que enseñarles mil lecciones.

Creo que en educación el amor es el principio pedagógico esencial y el amor, no entiende de relojes. El Amor entiende de Ayuda, de Apoyo, de Acompañamiento, de Asombro, de Alegría, de Aceptación, de Ánimo... Y resulta que todas estas palabras que empiezan por la letra A necesitan  tiempo, un tiempo natural que no podemos arrebatar a nuestros alumnos.

Guisad a fuego lento. Lentamente es la mejor forma de llegar allí donde queremos y debemos estar.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

EL TIEMPO EN LA ESCUELA

Para todo hay un momento y un lugar. Todo tiene su tiempo natural. 

Esta es una idea que día a día ronda por mi cabeza y que me permite ser paciente, saber esperar y entender que es más importante escuchar a los alumnos que enseñarles mil lecciones.

Creo que en educación el amor es el principio pedagógico esencial y el amor, no entiende de relojes. El Amor entiende de Ayuda, de Apoyo, de Acompañamiento, de Asombro, de Alegría, de Aceptación, de Ánimo... Y resulta que todas estas palabras que empiezan por la letra A necesitan  tiempo, un tiempo natural que, en ocasiones, es difícil de encontrar en la escuela por unos u otros motivos que todos conocemos.

Los maestros tenemos que creer en nuestros alumnos, aceptarlos y valorarlos como son, con sus talentos, con sus carencias, con sus sueños, con sus miedos, con sus ilusiones y con sus problemas. 

No dar este tiempo nos lleva a hacer y obtener un listado de cosas que nunca deberían asociarse con la educación: caras largas, palabras ofensivas y desmotivadoras, amenazas, gritos,  castigos, ejercicios tediosos y aburridos, memorizaciones sin comprensión, aprendizajes desconectados de la vida que solo sirven para continuar en la escuela y que por ello se olvidan rápidamente, etc.

La educación necesita tiempo, tiempo para conjugar muchos verbos:

Querer,  escuchar, hacer, observar, aprender, elogiar, conocer, valorar, jugar, reír, trabajar, sentir, soñar, discurrir, volar, vivir, conversar, descansar, investigar, disfrutar, empatizar, respetar, explorar, animar, reflexionar, ser, imaginar, saber, acompañar, agradecer, crear, crecer, confiar,  asombrar, apreciar, saborear, buscar, encontrar, amar y emocionar.

¡Gracias por tu tiempo!

Podéis descargar la infografía en PDF en el siguiente enlace El tiempo  en la escuela

miércoles, 16 de septiembre de 2015

UN BUEN MAESTRO DELETREA DE UNA MANERA MUY ESPECIAL

Educación se deletrea A-M-O-R y amor se deletrea T-I-E-M-P-O. Por lo tanto, me atrevería a decir que educar es dar y darse tiempo. Pero... ¿Para qué necesitamos ese tiempo los maestros y para qué lo necesitan nuestros alumnos? Es una pregunta vital que debemos hacernos y a la que he tratado de dar respuesta así:

EL TIEMPO EN LA ESCUELA

Tiempo... ¿Para qué?

Tiempo para querer y para escuchar,
para hacer y observar.
Tiempo para aprender y para elogiar,
para conocer y valorar.

Tiempo para jugar y para reír,
para trabajar y sentir.
Tiempo para soñar y discurrir,
para volar y vivir.

Tiempo... ¿Para qué?

Tiempo para conversar y descansar, 
para investigar y disfrutar.
Tiempo para empatizar y respetar,
para explorar y animar.

Tiempo para reflexionar y para ser,
para imaginar y saber.
Tiempo para acompañar y agradecer,
para crear y crecer.

Tiempo... ¿Para qué?

Tiempo para confiar y asombrar, 
para apreciar y saborear.
Tiempo para buscar y encontrar,
para amar y emocionar.

Gracias por tu tiempo, maestro.

Manu Velasco

martes, 14 de mayo de 2013

ENSEÑAMOS A 120 KM/H; APRENDEN A 50, 70, 90 KM/H, 130 KM/H...

Riechmann nos explica cómo la crisis ecológica mundial es una consecuencia indirecta de la velocidad. De la velocidad del consumo de energía, que es superior a la velocidad de creación de los combustibles que utilizamos cada día. De la velocidad de producción de desechos, que es superiror también a la velocidad de la naturaleza en reabsorberlos.

En educación ocurre algo similar. Existe una gran diferencia entre la velocidad de nuestras programaciones y la velocidad con la que nuestros alumnos aprenden. Enseñamos a 120 km/h y aprenden a 50 km/h, a 70 km/h, a 90 km/h, 130 km/h... Si la finalidad es "hacer con sentido", para ello es vital dar tiempo a las personas, a los aprendizajes... 

Creo que es necesario transformar el aprendizaje utilizando metodologías didácticas atractivas y huyendo de prácticas educativas y didácticas plastificadas pertenecientes a otra época. Si continuamos con estas prisas apagaremos la creatividad de nuestros alumnos.  Disminuyendo la marcha y aprendiendo a mirar (fijaros en la carretera de los alumnos) tendremos la posibilidad de aprovechar ocasiones que, corriendo demasiado, ni siquiera advertiríamos.

Debemos tener en cuenta que:

Algunos llegarán dando un gran salto.
Otros lo harán dando 3 pasos grandes.
Otros lo conseguirán dando 6 pasos normales.
Otros lo lograrán dando 9 pasos pequeñitos.
Otros necesitarán dar 12 pasos diminutos.

Algunos llegarán solos;
otros precisarán de tu mano.

Eso es normal; eso está bien;
eso debemos respetar.

jueves, 7 de febrero de 2013

¡PIERDE TIEMPO MAESTRO/A!

Creo que no puede haber una educación rápida y en la importancia del camino y del recorrido. Es importante la lentitud, la profundidad, el aprendizaje para la comprensión, el tiempo para deliberar y meditar, y no sólo "el hacer". No debemos alimentar el sitema educativo con aprendizajes efímeros e innecesarios. Todos los niños aprenden cuando el ritmo es el adecuado. Menos es más, también en educación. He intentado plasmar esta reflexión en el póster ¡Pierde tiempo maestro!