domingo, 15 de diciembre de 2024

FEEDBACK QUE NUTRE: "LA TÉCNICA DEL SÁNDWICH"


En el aula, como en la vida, las palabras no solo construyen mensajes, sino también puentes. Cuando corregimos a nuestros alumnos, no basta con señalar el error o pedir un cambio; necesitamos cuidar el cómo lo hacemos porque la retroalimentación, además de ser una herramienta pedagógica, es también un acto de empatía y conexión.

Hoy quiero hablar de una estrategia sencilla, pero poderosa para dar un feedback efectivo: la Técnica del Sándwich. Como un buen sándwich, esta técnica tiene tres capas: la primera, cálida y positiva; la segunda, constructiva y orientada a la mejora; y la tercera, amable y motivadora.

* Primera capa: el refuerzo positivo que alimenta la confianza.

Comencemos por lo positivo. En esta primera capa, reconocemos los esfuerzos y logros de nuestros alumnos. Este momento inicial no es un simple cumplido; es una declaración de aprecio sincero que refuerza lo que están haciendo bien.

Por ejemplo, si un alumno ha escrito un relato creativo con errores gramaticales, podríamos comenzar diciendo: “Me encanta cómo has desarrollado la historia, especialmente los personajes; son realmente interesantes y muestran mucha imaginación y creatividad por tu parte”.

Este inicio abre las puertas de la confianza. Al destacar lo positivo, nuestros alumnos se sienten vistos y valorados y esto los predispone a aceptar la retroalimentación sin miedo ni rechazo.

* Segunda capa: la crítica constructiva que invita al cambio.

La segunda capa es el corazón del sándwich: la crítica constructiva. Aquí señalamos áreas de mejora de manera concreta y respetuosa, dejando claro que nuestra intención es ayudar, no juzgar.

Siguiendo con el ejemplo anterior, podríamos continuar con algo como: “He notado que hay algunos aspectos gramaticales que podríamos corregir juntos. Si revisas cómo usas los tiempos verbales e incluyes algunos conectores temporales, tu historia será aún más sólida y fácil de leer”.

El lenguaje es clave: usemos siempre un tono alentador, evitando etiquetas o juicios. Hablar de “mejoras” en lugar de “errores” cambia la percepción del alumno, transformando la crítica en un reto asumible y motivador.

* Tercera capa: la gratitud que cierra con optimismo.

Para terminar, cerramos el feedback con una expresión de gratitud o halago, dejando al alumno con una sensación positiva y reforzando su motivación.

Podríamos concluir diciendo: “Gracias por compartir esta historia tan original conmigo. Estoy seguro de que si sigues así, podrás escribir relatos cada vez más fascinantes. ¡Sigue adelante, tienes mucho potencial!”.

Este cierre amable no solo refuerza el mensaje, sino que deja la puerta abierta para futuros intercambios. Es un recordatorio de que creemos en ellos y en su capacidad para mejorar. El poder de las expectativas siempre debe ser tenido en cuenta.


El impacto de un buen sándwich

La Técnica del Sándwich no es un truco vacío, es una forma estructurada de mostrar respeto y cuidado hacia nuestros alumnos mientras los guiamos en su aprendizaje. Al emplearla, logramos más que una corrección: fomentamos la autoestima, la autoconfianza y el deseo de mejorar.

Además, como docentes, esta técnica nos invita a reflexionar sobre nuestras propias palabras y cómo afectan a quienes nos escuchan.  No olvidemos que nuestras palabras son semillas que germinan en sus mentes y corazones.

¿Quieres alimentar su aprendizaje? ¡¡Prepárales un buen sandwich!!

Retroalimentar no es simplemente corregir; es inspirar, guiar y construir. Con esta sencilla técnica, transformamos un momento de corrección en una experiencia de aprendizaje significativa. Hemos de tener siempre presente que, en educación, como en la vida, los cambios más profundos nacen del respeto y de la confianza.

Os invito a probar esta técnica y a descubrir cómo un simple sándwich puede nutrir el aprendizaje y fortalecer los vínculos.