lunes, 14 de diciembre de 2015

UN BUEN MAESTRO QUIERE, SE APASIONA, SE RECONOCE Y ESTÁ CONECTADO

Un buen maestro quiere a sus alumnos, se apasiona con lo que hace, se reconoce como aprendiz permanente y está conectado a todos y a todo. ¿Cómo lo consigue?

Quiere a sus alumnos: un buen maestro se quiere y se cuida a sí mismo para poder cuidar y prestar la máxima atención a los demás. Es consciente de que educar es algo más emocional que curricular. Por este motivo cree en sus alumnos y se siente orgulloso de ellos. Los quiere a pesar de los resultados obtenidos en las evaluaciones externas, en los informes PISA, etc. Porque sabe que ahí no están los resultados que a él le interesan. Esos resultados están en la calidad humana de los alumnos que ha formado. Para él es evidente que la excelencia educativa es hacer buenas personas y no lo que las leyes educativas y los políticos venden. Siempre ha sabido que los problemas de los alumnos exceden ampliamente lo curricular y está empeñado en que todos descubran quiénes son y se den cuenta de que merecen la pena.

Se apasiona con lo que hace: demuestra esa pasión haciendo, dando más valor al ser que al saber y siguiendo el lema "menos talk y más walk". Esa pasión lo lleva a crear espacios y experiencias que digan: "aprender es placer". Tiene tanta pasión que se atrevería a ser el próximo Ministro de Educación. Se atrevería porque sabe que la educación es algo tan importante que no puede estar solo en manos de los políticos.

Se reconoce como aprendiz permanente: no se forma solo para saber, se forma sobretodo para ser. Sabe que lo que somos llega a nuestros alumnos con tanto ruido que no deja escuchar lo que decimos.   Como más aprende es de y con otros docentes, de y con sus alumnos, de y con las familias. Otro lema que le encanta es "hacer nos hace". Se forma para ser el valor o los valores que quiere transmitir. Para convertirse en un experto en hacer aprender, no en enseñar; para convertirse en un experto en calidez, no en calidad; para convertirse en un experto en diseñar y crear experiencias, no en la excelencia.

Está conectado a todos y a todo: cultiva las relaciones humanas y conecta con la parte más profunda del ser de sus alumnos. Está cansado de este sistema educativo "express", se ha dado cuenta de que las máquinas no conectan con lo realmente importante. Ha descubierto que conectan las miradas, los abrazos, las sonrisas, la escucha, los gestos. Entonces, es así como conecta con sus alumnos y es así como, gracias a estos buenos maestros, empiezan a aparecer escuelas que abrazan, que escuchan, que miran para ver, que sonríen... Es un maestro conectado, ¡sí!, utiliza las TIC al servicio de la pedagogía y no al revés. Un maestro conectado también sin TIC, conectado con las heridas, con las tristezas, con las alegrías y con los sueños de los demás. Un maestro que sabe que lo más importante en la educación es su relación personal con sus alumnos. 

Sí, lo sé. Parece una utopía, pero creer nos acerca a ella o al menos nos hace avanzar y mejorar. He escrito este post pensando en muchos buenos maestros que quieren, que se apasionan, que se reconocen como aprendices y que están conectados a lo realmente importante. Por lo tanto, también sé que es posible.