lunes, 8 de diciembre de 2014

LOS MAESTROS SOMOS MAGOS

Los maestros somos magos. Utilizamos magia para que nuestros alumnos se emocionen y se entusiasmen por aprender; para que las clases cobren vida y sean divertidas; para reavivar la imaginación y cambiar la educación. Pero... a efectos prácticos, 1. ¿es necesario convertirse en mago si soy maestro y sé muy bien lo que tengo que hacer?, 2. ¿cómo nos convertimos realmente en magos y cómo podemos hacer magia? 

1. No es necesario, ¡es imprescindible! Un maestro con magia cautiva, transforma el currículum oficial envolviendo los contenidos y la teoría en un sutil manto de magia, hace que sus alumnos se queden con ganas de más y genera en ellos un gran deseo de aprender.

2. Para hacer magia no tenemos por qué recurrir a elementos extraños o complicarnos la vida. La magia de la que os hablo reside en detalles pequeños que provocarán una sorpresa pedagógica en el alumnado. Y entonces... ¡¿cómo hago magia?! Podemos hacer magia de muchas formas, estas son algunas:

# Empieza o termina tus clases con un truco de magia (¿por qué no?). Aumentarás su interés, su motivación, su concentración. Es la antesala perfecta del aprendizaje. Si no sabes por dónde empezar te recomiendo este libro Educando con magia: El ilusionismo como recurso didáctico. A mí me ha servido de mucho y me ha iniciado en el mundo de la magia de una forma lúdica y divertida. 

# Desprende magia: sonríe, ten sentido del humor, utiliza el lenguaje corporal, siéntate poco, cambia tu tono de voz, baila, canta, escucha, disfrázate de vez en cuando, conversa con tus alumnos, abre la puerta de tu aula, elimina las filas y busca otra forma de agrupar las mesas, utiliza detonantes para despertar su interés (un vídeo, un libro especial, algo misterioso, un tema de actualidad, una canción, una imagen impactante...), rapea, juega en el aula (juegos de lógica, juegos y canciones motrices, juegos de mesa, dinámicas de grupo,  etc.), siempre que puedas utiliza la técnica DIWO (Do It With Others), da tus clases fuera del aula (en la calle o en el patio por ejemplo), decora el aula con tus alumnos, cuenta un chiste o deja que alguien lo cuente, nada de poner caras largas, sé afectivo y trata con cariño a cada alumno, mima tus clases, pon lo emocional en primer lugar, utiliza metáforas y refranes (les encantan y les enseñan)...

# Sal del aula. De nada vale lo que se aprende en ella si no les permites llevar a la práctica lo que han aprendido, si no les permites tener una experiencia significativa, si no conectas lo que ocurre en el aula con la vida real. Lo fundamental es hacer: hacer excursiones, hacer trabajo por proyectos, hacer tutoría entre iguales, hacer trabajos en equipo, hacer aprendizaje social, hacer la clase al revés, hacer debates y asambleas, hacer visitas culturales, deportivas y científicas, hacer que hagan.

# Existen miles de recursos para que el currículum oficial resulte innovador y creativo, y entre esos miles de recursos, el libro de texto es uno más, no más importante que los otros 999. ¡Tenlo en cuenta! Sal del libro, derrapa que no pasa nada (me encanta ver como derrapa Marc Márquez y darme cuenta de que sigue con su trazada y en la pista divirtiéndose).

# Acepta que el aprendizaje puede darse en cualquier lugar y aprovéchalo: en el momento del recreo, viendo una película, jugando con los amigos, preparando una función de Navidad, en un campamento, practicando deporte, sin maestros y profesores, sin libros, sin pizarras, sin sillas, sin mesas,  etc. 

# Transforma el aula y conviértela en un espacio IAA (Investigación, Acción y Aprendizaje).

# No procures silencio por encima de todo. El silencio está muy bien para algunos momentos, pero no para todos. Silencio = concentración  /  murmullo = trabajo en equipo. Ambos son necesarios.

¿Hacemos magia? ¡Vamos!