Todo maestro debe tener una oreja verde, una puerta abierta al mundo de los niños, que nos permita disfrutar de lo sencillo, sorprendernos de lo cotidiano, creer en la fantasía, en lo misterioso y en lo imposible. Desde este blog quiero animaros a cuidar y a entrenar vuestra oreja verde y a mantener vivo el niño que todos llevamos dentro.
Un día, en el Expreso Soria Monteverde,
vi subir a un hombre con una oreja verde.
Me cambié de sitio para estar a su lado
y observar el fenómeno bien mirado.
Le dije: Señor, Usted, tiene ya cierta edad,
dígame, esa oreja verde, ¿le es de alguna utilidad?
Me contestó amablemente: yo ya soy persona vieja,
pues de joven sólo tengo esta oreja.
Es una oreja de niño, que me sirve para oír
cosas que los adultos nunca se paran a sentir:
Oigo lo que los árboles dicen, los pájaros que cantan,
las piedras, los ríos y las nubes que pasan,
oigo también a los niños, cuando cuentan cosas
que a una oreja madura, parecerían misteriosas.
Así habló el señor de la oreja verde
Aquel día, en el Expreso Soria Monteverde.
Gianni Rodari.
He decidido cuidar un poco más mi oreja verde. ¡Gracias maestro! Suerte con este nuevo blog, ¡me encanta! Un abrazo. Juan Carlos.
ResponderEliminarMe ha encantado tu reflexión y el texto tan hermoso de Gianni Rodari, ¡Gracias por compartirlo! Me gusta mucho tu blog, Felicitaciones!!!!
ResponderEliminarGracias a ti Carmen por visitar el blog. Me alegro de que te guste. Un abrazo.
EliminarGracias por este cuento. Mi blog lleva por nombre el título de este cuento porque comparto contigo al 100% la necesidad de que todos los maestros tengamos nuestra oreja siempre atenta y dispuesta a escuchar lo que nuestros alumnos y el mundo tienen que decirnos. Gracias!
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