viernes, 7 de febrero de 2014

LOS MAESTROS SOMOS SEMBRADORES

Hace ya varios años, cuando estudiaba magisterio un profesor de la universidad me preguntó: ¿Qué es para ti la enseñanza? Acababa de aterrizar en la facultad y por aquel entonces se me llenó la boca de palabras técnicas y conceptos teóricos. Recientemente he tenido la posibilidad de volver a ver a este profesor, me recordó la conversación y me volvió a hacer la misma pregunta. En esta ocasión respondí rápida y brevemente, sin entretenerme en cuestiones innecesarias y en ninguna teoría. - "Querido Ramiro, enseñar es, ante todo, un acto de amor". Y a continuación os resumo el resto de la conversación:

Los maestros somos sembradores que sembramos semillas en el corazón de nuestros alumnos. Es allí, y no en la cabeza, donde realmente se comprenden las cosas que nos hacen ser felices y disfrutar de la vida. Tenemos la oportunidad y la suerte de llegar a su corazón e inundarlo de alegría. Ellos, a la vez, tocan el nuestro llenándolo de algo que yo identifico como gozo.

Existen sin duda muchas semillas, pero entre todas ellas, cinco se me antojan indispensables: amor, alegría, ternura, sinceridad y responsabilidad. Nuestros alumnos tienen que saber qué semillas hemos depositado en sus corazones y que estas irán creciendo a lo largo de su vida para enseñarles una verdadera lección:
De nada sirve aprender mucho, si luego nuestro corazón no es generoso y tierno, si hace que otros sean infelices y si no colabora para mejorar todo aquello que sienta que no es correcto. 

Por estos motivos, Ramiro, considero que la enseñanza tiene que ser artesana, cualitativa, basada en el cuidado y en el amor. Los sembradores debemos mimar nuestra huerta (clase), profundizar en la tierra (contenidos), sonreír, ser afectuosos, sembrar nuestras cinco semillas mágicas y regar las plantas (corazones).

Adiós Ramiro y gracias por tus semillas.